Paraíso 2019: la consolidación de la electrónica festivalera en Madrid

Paraíso 2019 volvía este año para reafirmarse en la escena madrileña, y más en el ámbito de la electrónica, en la que estamos algo huérfanos en lo que se refiere a festivales. La cantidad de gente era sensiblemente mayor, pero salvo casos puntuales no había demasiado drama tanto a la hora de pedir, como de ir al baño o incluso para situarse convenientemente bien en cualquier concierto.

Mi primera parada fue el Escenario Club con Jacques Greene, que optó más por su vertiente más puramente house que future garage, pero que sin duda se mantuvo fiel a su estilo en estudio (lo que otros artistas electrónicos no pueden decir cuando se suben a un escenario). Y con retazos ambient para luego desviarse y explotar hacia el efectismo house.

Me quedé en el mismo escenario para el show de IAMDDB centrado en el sonido urban, entre trap y hip hop, pero también con algún lapsus más r’n’b. Ella, embutida en un vestido que a nadie le quedaría bien, se mostraba vigorosa y sobre todo segura, tanto que hubo un error técnico que en realidad pocos se dieron cuenta (yo no, al menos) y comenzó de nuevo alegando que ella si lo hace, lo hace bien. Claro que sí, para mediocridades, ya están otros. Nota: me sorprendió para bien ver a tantas chicas que ni llegaban a la veintena dándolo todo con una artista casi desconocida en España.

A mí, que soy muy pop, ya me apetecía una buena ración de ello, y CHVRCHES sin duda me la podían dar. Más o menos. Porque los bajos del Escenario Paraíso eran un poco el infierno, especialmente en la primera mitad y especialmente en ciertos temas (fue un pecado en la enorme Science and visions). Y en Get out a Lauren, que estaba entregadísima y hasta un poco punk (que constrastaba con el tutú que vestía), casi ni se la escuchaba. Después de resolvió el asunto de la voz, pero aun así seguía bastante eclipsada por los bajos. Por suerte los hits supieron compensarlo, especialmente en la recta final con Recover, Clearest Blue (que levanta hasta a los muertos), Leave a trace y The mother we share. No fue el mejor concierto de la banda, pero tampoco se puede decir que decepcionaran.

Entre la juventud del festival (que no eran tantos, los treinteañeros abundaban) quizás no conocían a Cerrone, pero muchos se fueron convenciendo de su poderío en la pista de baile. Especialmente centrado en su sonido más disco, sobre todo en la primera parte, no se podía poner pegas a un setlist que salvo que seas un fiel seguidor de su carrera, desconocías (lo que no importaba lo más mínimo). Eso sí, de nuevo el tema bajos lastraba, aunque no de manera tan dramática, algunas canciones (¿sería problema del escenario entonces? La respuesta, más adelante).

Los visuales de estilo retro acompañaban al francés bajo los platos, que aun así se aventuró a tocar la batería en su mayor hit, Supernature. En esta canción, y en general en la recta final, se puso al micro una intérprete que redondeó el espectáculo. Aunque, siendo sinceros, a esas alturas de la función ya estábamos dándolo tanto que casi ni se antojaba necesario.

Para terminar mi viernes opté por Polo & Pan, que resultaron algo enlatados para lo que esperaba (tampoco es que su música destaque por ser demasiado compleja o sintética para trasladar al directo). Por otro lado se agradecía una propuesta a esas horas de la madrugada que, sin dejar de ser bailable, no resulte tan machacona y opte incluso por momentos de lo más sugerentes (y veraniegos). Casi hasta pegaban más de tarde, pero oye, en la practica de madrugada también acertaron.

La jornada del sábado empezaba tranquila e inspiradora con el grupo rumano Balkam Taksim, con un ambiente más que relajado y un día soleado sin demasiado calor. Los rumanos son otro ejemplo más,  y otra aportación al festival de los ritmos cruzados entre el folklore y la electrónica y lo bien que sienta esta conjunción pasado-presente. El calentamiento fue perfecto para dirigirme a un grupo al que le tenía muchas ganas.

Los hermanos barceloneses North State se presentaron ante un público sensiblemente superior a sus antecesores pero ávidos de descubrir lo que la formación podía ofrecer con su disco de debut, Before de Silence, aparecido tan solo un día antes del concierto. Lo cierto es que las formaciones primerizas resultan excitantes por la idea de la aportación de la novedad y la inyección de aire fresco, pero también puede resultar decepcionante. Sin embargo, y tras escuchar el disco entero (más un extra que no aparece en su debut), el dúo catalán tiene muchas papeletas para un futuro prometedor.

Se nota el amor al detalle en los arpegios musicales que emplean para envolver su discurso soul, que no solo se basan en adornar el asunto sino que son capaces de crear un discurso propio. Así las explosiones de sintes en PC age y en otros tantos temas resultaron demoledoras y las voces, tanto de Laia como de Pau, embriagadoras y cargadas de sensibilidad.

Ya en la jornada del sábado opté primero por Channel Tres, que me los perdí en Primavera Sound, y que sin duda fue la sorpresa inesperada del festival. De nuevo el problema de los bajos, y más en un género como el hip-house (sí, definitivamente parece que era el escenario). Sin embargo la propuesta del americano se ganó incluso a un público que en su mayoría no sabía qué podía esperar. Junto a dos bailarines se marcó un show dinámico y embriagador, incluyendo un celebrado momento en el que se bajó al foso (ya sin camiseta, uf), entregándose a la bacanal bailable. Menudos calores. Incluso aunque repitiese un par de temas, a falta de un setlist aún muy escaso, dio bastante igual. Un tiro de concierto.

Después vinieron unos Rhye con un montón de músicos que después de la sudorosa orgía anterior, lo reconozco, supuso cierto bajón. En realidad nunca he entendido porque acuden a este tipo de festivales (la anterior vez que les vi fueron al antecesor de Paraíso, la versión electrónica de Mulafest). Hay poco o nada en ellos que les haga casar entre el resto de nombres. Sin embargo fue un concierto correcto, especialmente cuando vuelven a ritmos más r’n’b que otros más indeterminados, casi cercanos a un art pop de guitarras más denso. Sin embargo me siguen pareciendo, también sobre el escenario, una música para tomar vino y una tabla de quesos con tus amigos treinteañeros.

En un festival de retroelectrónica con muchos mas bajos que altos, parones y retrasos, homenajeando al cercanías de Madrid, Charlotte Gainsbourg brotó del escenario como esas plantas solitarias que crecen entre las vías del tren, sin importarle el ruido y los golpes o cómo y por qué le ha tocado ese lugar; así como con una sencillez y liviandad de imposible impostura. Y es que en este país acostumbrado a ensalzar la genética de hijos de toreros o futbolistas con artistas locales, o a los hijos de reyes, puede estar a años de luz de entender la mística instantánea que se genera al encontrarte de frente con la hija de Jane Birkin y Serge Gainsbourg.

Poco importa que su encuadre dentro del festival estuviera cogido de los pelos, ella fue a lo suyo y con su estilo disco ochentero decaído y nostálgico fue dejando en la hora de concierto Heaven can wait, Deadly Valentine, Lost Lenore, Lemon Incest… sin alardes y sin nada que demostrar a nadie. Una música que pudo hacer mover ligeramente el cuerpo, o un paréntesis para pensar, cualquier cosa fue bienvenida dentro de ese segmento de belleza agradable, humilde y auténtico. Componentes que se echaron en falta en los demás escenarios. Al terminar su tiempo la belleza sucumbió del Paraíso, como un ángel caído.

La parte del festival de la que se encargaban los DJs resultaba muy numerosa, así que, qué mejor que invitar a artistas de renombre como Peggy Gou o Pional, quienes también tienen trabajo propio en el mercado, para aquellos que les gusta quemar zapatilla. Peggy Gou, con casi 2 horas de set, no dudo en ponerse brava y calentar el ambiente con temas propios pero también con otros cercanos al techno, en un discurso que distaba mucho de la elegancia y el relajo de sus Eps. La cosa fue subiendo de nivel y la zapatilla plana que te pusiste al principio debió ser más gruesa, ya que la coreana se lanzó incluso a remezclar el mítico tema de los Chemical Brothers, Hey Boy Hey Girl, en un set que resultó bailongo y divertido.

Quizás por el lío de cableado que implicaba el concierto de Charlotte con tanto panel luminoso, hubo problemas técnicos en el concierto de Mount Kimbie, lo que hizo que su actuación se viese recortada de la hora a poco más de media hora (parece que el setlist de 400 horas de Laurent Garnier no se podía reducir un ápice). Aun así supieron aprovechar el tiempo con un directo emocionante que calaba y en el que, a pesar de la hora, optaron por su vertiente más orgánica y arty en vez de electrónica y bailable (salvo en el tramo final, quizás para dar tregua a los bailongos del lugar).

En muchos momentos he pensado que Pional estaba sobrevalorado. Sus EPs son buenos pero adolecen de un gancho inmediato para bailar, por lo que muchas veces su discurso resulta demasiado meditativo y, aunque enfocado al baile, no terminaba de despegar, algo que también he notado en algún set que otro donde he podido estar. Sin embargo en el escenario Club, cogió el guante de Peggy Gou y pinchó hasta divertido y petardo. Comenzó fuerte con Jonny 5 y su disco con samplers de canciones indias Bengali Dub y otros temas de influencias de diferentes folklores del mundo… hasta que llegó al nuestro: una versión ‘bakalaera’ de Locomía y otra de Rosalía del Malamente. Ni tan mal.

Y así tras el escenario de ‘los grandes’ nos dispusimos a descubrir por fin, el pequeño y marginado espacio dedicado enteramente a los españoles, en concreto acudimos a Danilo y D. Faux. Allí descubrimos que si bien Laurent Garnier era para los de la pastilla y la coca, los porros, el buen rollo y la homosexualidad se adueñaros del escenario Nido para bailar desinhibidos, en un set orgánico, desenfadado, interesante y cargado de temazos desconocidos de aquí y allá. Unos auténticos diggers.

Y le tocaba el turno a Laurent Garnier, que tenía casi tres horas por delante de dj set. Centrado especialmente en el tecno, generalmente de manera bastante elegante y sofisticada (salvo algún atisbo zapatillero), cerró con maestría un festival que alguien como él representa a la perfección. Y así se despide Paraíso hasta el año que viene, que me juego el cuello a que no faltará a su tercera cita. Madrid lo necesita.

Carlos Bouma (Charlotte Gainsbourg)

Cicuendez (Balkam Taksim, Pional, Peggy Gou, North State, Danilo, D. Faux)

jarto (resto)

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