Rosalía en el WiZink, Madrid: un final sin sorpresas, pero rotundo

Que Rosalía reservase el final de gira para Madrid y Barcelona fue todo un regalo para sus fans primigenios, los españoles. La guinda del pastel de una etapa en la que quién sabe si no habrá tocado techo ya. Un momento muy dulce para ella que, por otra parte, pensaba que iba a transmitir mejor. Porque más allá de alguna mención, tampoco se percibía que la extensa gira llegase a su fin. Salvo la presencia de Ozuna (que coincidió que estaba en Madrid) no hubo más sorpresas. ¿Quizás una versión en plan flamenco de Roxette? Por dar ideas, que no sea.

Sin embargo esto también tuvo su lado positivo, porque, a pesar de que debe de estar exhausta tras el tour, se comportó como el animal escénico que se espera de ella. Con un setlist que son todo o casi todo hits (Barefoot in the park quedó algo descafeinada), que incluyen todo El Mal Querer más todos los singles que ha ido publicando después. De su primer disco sigue únicamente manteniendo Catalina, cuando interpretar otro tema del debut podría haber sido una de las sorpresas de la noche. Pero Aunque es de noche, que en realidad podría haber formado parte del tracklist de ese álbum, tampoco faltó, al igual que Brillo, publicado previo a la explosión de la artista solo unos meses después.

Respecto al concierto de Primavera Sound, el último celebrado en nuestro país, aparte de las nuevas incorporaciones en el setlist y un orden de canciones algo diferente, poco más que contar. Por ello, lo que me mencionado, se esperaban más sorpresas tras el tiempo transcurrido y por ser final de gira. Sin embargo, incluso habiendo vivido aquel, como es mi caso, Rosalía sigue siendo vibrante en directo, emocionando y divirtiendo a un público de lo más heterogéneo. Una despedida que deja su leyenda moderna por todo lo alto y tras la que va a sudar sangre y lágrimas para superarla. ¿O podrá llegar todavía más lejos? En 2020 esperamos comprobarlo.