El viraje de FIB y Dcode: el conservadurismo festivalero vino para quedarse

Hace unas semanas FIB 2020 reveló buena parte de tu cartel y las reacciones de sorpresa no se hicieron esperar. A pesar de que se espera la confirmación de nuevos nombres, parece ser que la línea de este año recae especialmente en dos vertientes. De primeras la vuelta a la mitad de la década de los 2000 con nombres que casi desde aquellos años no han publicado nada especialmente reseñable y que por lo tanto viven de las rentas. Ahí están The Kooks, The Libertines, Kaiser Chiefs y The Hives, rememorando la generación NME (a Crystal Fighters, sin cumplir con todos los puntos en común con ellos, se podrían incluir también). Un poco más y te plantan a The Fratellis. Foals, por suerte, siguen en buena forma, y todavía mejor, Vampire Weekend (aunque estos, por ser americanos, se distancian del resto). Que el público inglés siempre ha sido un imprescindible del festival es un hecho, sin embargo han tomado muchos nombres tan clichés y descafeinados a día de hoy, que todo resulta muy poco excitante.

La otra vertiente, la EDM, es donde más se nota la mano The Music Republic, la nueva promotora encargada del festival, y también responsable de Arenal Sound, con el que se perciben las similitudes en este aspecto. La presencia de Armin Van Bureen, Steve Aoki, Don Diablo y Martin Garrix, junto a la bajada de precio, parece mirar hacia la chavalería. Sin embargo la faceta inglesa, se centra en los treinteañeros. Este el posiblemente el factor más rompedor de un cartel que va a lo fácil, quizás tras los trompicones en cuestión de asistencia durante los últimos años. La realidad es que se antoja demasiado conservador, pero podría tratarse de un caso aislado. Sí, hay otros festivales, la mayoría, que no arriesgan lo más mínimo, pero nacieron y morirán así. El de Benicassim, sin resultar lo más transgresor del mundillo, sí que contaba con un estilo más interesante y sugerente.

Sin embargo la teoría de caso aislado se viene abajo hoy con el anuncio de Dcode 2020, que ha revelado parte de su cartel, y a pesar de que cada año resulta más evidentemente aburrido, siempre había algunos nombres más interesantes que se salían del carácter clónico que invade los festivales españoles. Si en lo que se refiere a nombres españoles FIB se ha salido ligeramente del rollo «Lori of Lesbian» (aunque van la segunda línea de «los mismos de siempre»: Triángulo, Viva Suecia, León Benavente, etc.), el festival madrileño ha optado por Vetusta Morla, Fuel Fandango y Sidonie, y también por la mentada presencia británica en clave revival: Crystal Fighters, Mando Diao y Mäximo Park. Y después ha apostado por un nombre tan de radiofórmula como Leiva, con el único objetivo de congregar a miles de personas. No es la primera vez que vemos un cartel similar, pero un nombre exclusivo como The Cardigans en 2019 se echa en falta, o una Clairo o Jorja Smith de 2018. Todavía faltan nombres por anunciar, sí, pero no parece que el asunto vaya a evolucionar demasiado.

El giro de Dcode no ha resultado tan drástico como el de FIB, pero este año ya ha sido la declaración de intenciones definitiva. Y ambos, siendo dos de los festivales más importantes de España, han terminado contando con carteles que seguro que entusiasman a muchos (tontos tampoco son los organizadores), pero sin atisbo de innovación. Todo está más visto que el tebeo. Y el problema no es la presencia de estas bandas, que resulta comprensible porque atraen a las masas, sino que no haya casi alternativas que aporten un poco de frescura a carteles tan encorsetados en los que se nota demasiado que los organizadores solo van a por la pasta segura. Se puede, por ejemplo, mantener una esencia indie pop-rock, como la mayoría de estos nombres, contratando otros nombres del género menos evidentes, que no actúen hasta en la plaza de debajo de tu casa o que se encuentren en el culmen de su carrera.

Es un poco lo que ha sucedido este año con Primavera Sound, que ha mantenido un equilibrio entre los que los fans de toda la vida esperaban y el presente y futuro de la música de diferentes géneros en boga. Sin embargo, se les podría acusar de, tras no agotar en 2019, haberse echado atrás respecto a su cacareado «The New Normal» y haber optado por la vía fácil. Este año, debido al 20 aniversario, estaría más que justificado el mentado equilibro, ¿pero qué pasará en 2021? ¿Tomarán el camino del medio o transgredirán las normas no escritas del libro festivalero nacional como sucedió en 2019? Lo que seguro que no sucederá es, como con FIB y Dcode, una bajada de pantalones tan grande, ya que jamás han perdido la dignidad. Y es que, aunque obviamente estamos ante un negocio, también hay que saber y querer mantenerla.

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