Indie 2010: lo que bailamos mucho, a medias o prácticamente nada
Como ya sucedió con 2008 y 2009, volvemos diez años atrás para recordar las canciones que bailamos, debimos bailar más o directamente no bailamos hace una década. Y el perpetuo estado de cuarentena en el que estamos sumidos es el momento ideal para sentir nostalgia y regodearnos en la triste realidad actual. 30 canciones que, si el gobierno te lo permite, podrás disfrutar entre amigos en tu casa (no más de 10), y si aún no has pasado a la fase 1, en soledad, que también tiene su encanto. Puedes escuchar la lista AQUÍ.
Mucho
Entre los temas que bailamos hasta la saciedad (o más o menos, la experiencia de cada puede variar), esta la joya dance pop Dancing on my own de Robyn, una de las mejores canciones de la década pasada que en realidad pudimos disfrutar más a largo plazo ya que estalló más en 2011. Hurts también apostaron por este género y el toque bigger than life en Better than love; y también más grande que la vida, y más tras la versión junto a Robert Smith, es Not in love de Crystal Castles, todo un himno indie-bakala.
El Guincho, antes de convertirse el productor el productor estrella que es ahora, sacaba tajada de la baza tropicalista (antes de que llegase la moda) en la sabrosa Bombay. Arcade Fire nunca ha sido muy bailables, pero Ready to start incluso daba para pogo en el estribillo, al igual que De la monarquía a la criptocracia de Triángulo de Amor Bizarro, posiblemente la mejor canción nacional de la pasada década. Y también nacionales, aunque lo petaron fuera también, Delorean pegaron un pelotazo con la luminosa y exuberante Deli.
Descubrimos a Die Antwoord con Enter the ninja, un trallazo donde plasmaron su ahora saturante personalidad (pero única e intransferible al fin y al cabo). La faceta electrónica más adictiva y pegadiza, pero sin melodía o letra, llegó de la mano de Gold Panda con You. Y también electrónica, pero esta vez 100% pop, I feel better de Hot Chip, single con el que volvieron a demostrar su capacidad para los hits bailables atemporales.
A medias
Otras canciones que pasaron más timidamente por la pista de baile, como por ejemplo Lo que me gusta del verano es comer helado de Papá Topo, tan popi que provocaba cierta diabetes, pero que enganchaba irremediablemente. También estuvieron unos Goldfrapp superpetardos con Rocket, un caramelo que miraba sin remisión a los ochenta más horteras. M.I.A. publicó su tema más comercial, XXXO (cercano a la Nelly Furtado con Timbaland), que podría haberlo reventado en listas, pero que no lo disfrutaron todos.
Yeasayer, o como sonaría David Ojeda de Danza Invisible si tuviese un grupo indie, nos alegraron la existencia con su colorido pop mutante en One. También mutante era la manera de encarar la electrónica de Caribou en Odessa, incluso hasta para bailarla. Vampire Weekend volvió al pop punk en Cousins, pero los djs seguían demasiado ocupados pinchando A-punk y la canción no recibió la acogida esperada; lo mismo que con The Drums y Let’s go surfing, que eclipsó a la preciosa y emotiva Forever and amen.
Aunque en su momento se bailó algo, Sufrir de Javiera Mena quedó relegada a un segundo plano por la mucho más evidente Luz de piedra de luna. Más segundonas, esta vez con Drunk girls, bastante más desenfadada que otras canciones que recibieron más reconimiento de aquel tercer disco de LCD Soundsystem. Y Janelle Monáe, al ser un r’n’b que ni muy comercial ni muy indie, muchos djs la obviaron, pero la fuerza de Cold war resultaba sencillamente apabullante.
Prácticamente nada
Y aquí las canciones que merecieron ser hits sobre la pista pero los djs hicieron la vista gorda o incluso tú en tus saraos caseros ni las conocías. Como el hip hop hipervitaminado y guitarrero de Sleigh Bells en Kids o el pizpireto y pegadizo pop electrónico de Disconnected de Shy Child. ceo se estrenaba en solitario tras The Tough Alliance con Come with me, un refrescante tema de lo más balearic ideal para aquel verano (bueno, y para cualquiera).
Muy dado al pogo fue Caesar, el debut de la hija de Sting, Coco Summer, conocida como I Blame Coco, que se acompañaba de Robyn. Y también para darse de leches era la potente y vitalista Younger us de Japandroids. Resulta curioso que los djs españoles, más proclives a lo todo lo brit que lo yanqui (por eso algo como Japandroids no coló), pasasen olímpicamente de This Orient de Foals, cuando se erigía como todo un himno infalible y emocionante. Y Collector de Here we go magic era el típico ejercicio de pop de guitarras simpaticón y movido que podría haber conquistado al público si alguien le hubiese dado una oportunidad.
Fue un año también donde el chillwave se consolidó y generó muchos adeptos, no entre ellos los djs, que aunque no era el género más bailable, tenía algunos referentes como Evening glow de Brothertiger. Y también chill, aunque más indie pop, era la brillante Summer holiday de Wild Nothing, que era y es un tema perfecto para bailar en atardecer veraniego. Y para terminar, Azari & III y su Reckless, una maravilla Chicago house de lo más LGTB que si no sonó en los garitos de ambiente u orgullo de aquel año, mucho menos lo iba a hacer en la cabina del típico machirulo que pincha en bucle Seventh nation army.