Pop y maternidad: «thank you, next»
Katy Perry presentó la pasada semana Daisies, el primer adelanto de su nuevo disco, que la pilla en pleno embarazo. Y muchos ya anticipan un flop como una casa, sumado a que en los últimos tiempos no anda demasiado diestra con sus singles. Parece que su estado de buena esperanza ha sido capital a la hora de definir su 2020, y este último lanzamiento es una balada de empoderamiento bastante épica que, aunque no trate directamente sobre la maternidad, si hace gala de ese halo ñoño y sentimentaloide inherente a él, incluyendo un vídeo donde el embarazo es el claro protagonista.
Y aun así hay que reconocer que tiene su punto, ya que vuelve al pop emotivo de Teenage Dream (el tema homónimo, Firework, Wide awake) y resulta una canción sumamente pegadiza. Sin embargo hace unas semanas estrenó Never worn white, que directamente nadie prestó un mínimo de atención, puede que porque los niveles de azúcar se disparaban hasta la diabetes. Tampoco trataba directamente sobre su futura maternidad, pero iba ligada con las ganas que tiene de casarse de blanco con su amado Orlando, y fue en el clip cuando reveló su estado. Una balada totalmente infumable que convierte a Daisies en una obra maestra.
Pero no es la única (ni será la última) que se ha puesto intensa con el asunto. Madonna y parte de su Ray of Light fue una consecuencia de su maternidad, pero hay que reconocer que el resultado fue histórico, porque no se dejó llevar por los sentimientos más facilones y plasmó una perpectiva totalmente única en el pop comercial. Eso sí, en el tracklist se encontraba Little star, dedicada literalmente a Lourdes, que rompía con el aire etéreo del álbum y que además contaba con la producción más estándar del conjunto (aquí por desgracia no estaba William Orbit detrás de la mesa).
Lo peor es que el fastuoso bonus track japonés Has to be, que excluyó porque quería mantener las 13 canciones por sus creencias de la Cábala (es el número de lo suerte), podría haber ocupado el puesto de esta nadería. Si Madonna se pone ñoña, es que algo falla. Y por otra parte he de decir respecto a Ray of Light que, aunque se trate de una obra maestra del pop, no sé hasta que punto me gustaría haber visto a Madonna en esta tesitura más de una vez. A ella parece que tampoco le convencía la idea, y por eso para Music, que estaba embarazada de Rocco, se marcó un trabajo mucho más colorista y fiestero, más puramente ella (aunque con ciertos momentos introspectivos, claro). Incluso el vídeo del primer single lo rodó con 4 meses de gestación. Eso sí que es tener ganas de jarana.
Si había alguien que tenía fácil caer en la faceta más tediosa de la maternidad, esa era Nelly Furtado. Incluso el hecho de que fuese madre con veintipocos, que podría haber evitado que se apalancase, no impidió que su segundo disco, Folcklore, resultase aún más más blando y aldea global que el anterior (aunque hay que reconocer que Try era un baladón de tomo y lomo). No solo nosotros terminamos hastiados, ella fue la primera, tanto que para su siguiente disco se soltó el pelo (literal y metafóricamente), le encasquetaron a Timbaland, que por aquellos años estaba en estado de gracia, y comenzó a zorrear como la que más. Porque aún era muy joven y tenía ganas de mambo. Lo lógico.
Tras cuatro discos Britney se tomó un descanso para casarse dos veces y tener dos hijos, por lo que su música no sufrió de una onda expansiva de sentimentalismo barato. O casi. Porque en su carrera hacia la locura más absoluta, participó en un reality junto a su por entonces marido Kevin Federline, publicando un EP del que nadie se acuerda. Aquel contenía Someday (I will understand), que aunque la escribió dos semanas antes de conocer su embarazo, la letra parecía que iba dirigida a su futuro hijo, y por ello el rodaje del videoclip se ceñía en esta idea, con ella ya luciendo barriga.
Como anécdota hay que decir que la compuso enteramente ella, lo que, si no me equivoco, es un hito en su carrera. ¿Tiene que estar preñada para conseguir tal hazaña? Pues casi mejor que se contenga, porque el resultado no es para tirar cohetes, aunque tampoco da vergüenza ajena, siendo una más que balada apañada. Eso sí, apareciendo tras Everytime, se quedaba a medio gas. Y la verdad, de Brtiney esperamos un banger más que un suave algodón de azúcar en forma de canción. Y, al igual que otras compañeras, después publicó Blackout, un álbum que resultaba ideal para restregarse con cualquier ser u objeto que llegase a la altura del culo.
También hay hombres en esta tendencia, como el caso de Justin Timberlake, que después de ser padre publicó Man of the woods, disco que no cosechó precisamente las buenas críticas y éxito de sus predecesores. Aquí el artista se mostraba muy campechano, con su mujer y su hijo Silas en vídeos que transmitían esa sensación de obra personal y cercana, que además estaba dedicada a este. O eso decía, porque a veces resultaba complicado pillar las referencias a la paternidad. Tampoco es que apeteciese indagar demasiado, ya que el álbum se antojaba como una obra menor, con algún destello, pero en general poco inspirada.
Beyoncé dio un paso más en ese momento en el que una popstar es madre incluyendo la voz de su hija, básicamente un bebé, para cerrar su por otra parte excelente disco homónimo. Blue es una balada, más up tempo a partir del primer minuto, que no desentona, pero tampoco noquea, y como corte final podría haber sido un punto y aparte más rotundo. Pero aceptaríamos pulpo si Blue Ivy no apareciera como featuring, básicamente hablando. Aunque hay que dar gracias a que no nos plantó un disco entero o casi sobre a niña (como sí hizo con Lemonade y los cuernos de su marido).
A veces de manera anecdótica, otras más evidente, la plasmación de la maternidad en el pop suele chirriar. También sucede algo similar cuando encuentran el amor y se marcan una pastelada. No es que no las queramos ver felices, pero es verdad que el drama siempre suele tirar más. Eso, o que nos hagan bailar como si todavía pudiésemos hacerlo en una pista de baile que no sea el parqué de nuestro salón. Géneros más indies y contenidos quizás suelen dar más juego para estos momentos familiares, pero el pop comercial tiende al azúcar y lo que pretende ser bonito termina empachando, o lo que es peor, aburriendo. Por suerte, no se da tan a menudo este tipo de situaciones. Menos mal.