10 momentazos que marcaron mi década de Primavera Sound

Este fin de semana se tenía que haber celebrado Primavera Sound, que además suponía el 20 aniversario del festival, pero ya todos sabemos por qué no ha sido así. La gran mayoría de los que íbamos a asistir vamos a estar pensando durante estos días qué sería lo que estaríamos haciendo en equis momento: viendo a tal artista, perdiendo a amigos, tomando unas cañitas (o copazos) previos, morir de hambre antes de no asistir a un concierto, agobiarnos porque dos favoritos coinciden en horario, etc. Quizás en vez martirizarnos en cavilar en lo que hubiese sucedido, casi mejor echar la vista atrás y recordar aquellos grandes momentos que hemos vivido en anteriores ediciones. Yo lo he hecho, en un post 100% personal, que abarca casi todo la década pasada, excepto 2010 y 2018.

Flipar con Sufjan Stevens mientras intentaba no dormirme (2011)

No, no se trata un oxímoron. Me explico. Pudimos acceder al Auditori en el anterior directo (que ni recuerdo de quién se trataba) para ir cogiendo sitio, ya que el de Sufjan fue y ha sido posiblemente el concierto en cerrado más demandado de la historia del festival. El caso es que la noche anterior no había dormido nada y en aquel concierto previo ya me quedé sopa durante unos minutos, pero lo peor es que cuando comenzó Sufjan todavía tenía un sueño horrible, y entre la comodidad de la butaca, la oscuridad y, por lo general, un tono bastante calmado, mantener los ojos abiertos me costó horrores. Y eso que me estaba dejando loco: el canadiense presentaba una fantasía audiovisual que solo alguien como él puede ofrecer. Así, si ni mi estado somnoliento ha podido evitar que olvidase aquel momento, por algo sería.

Flotar gracias a Mogwai (y quizás también por otra cosita) (2011)

Con la banda escocesa, al menos en su parte más luminosa, es fácil cerrar los ojos y dejarse llevar. Sin embargo un desconocido nos ofreció cerveza después de hablar un rato con él y tanto mi amigo como yo comenzar a disfrutar la música de Mogwai a un nivel desconocido, dejándonos llevar todavía más de lo habitual. Sí, puede que la bebida llevase alguna sustancia ilegal, o puede que todo fuese gracias a la magia del directo. Nunca lo sabremos. Sea como fuere, jamás lo olvidaré.

I Break Horses como epítome de lo etéreo (2012)

Por lo general los nombres de este post son bien conocidos por la mayoría, pero por supuesto también viví conciertos más pequeños con tanta intensidad como los grandes. El de la banda sueca es un ejemplo, que además este año ha vuelto tras seis años (y las críticas han sido excelentes), y que en directo me noquearon desde el antiguo escenario ATP (aquel que cerraba el paso entre el Ray-Ban y el arenal). Por supuesto mi mayor recuerdo radica en Winter beats, uno de las mejores canciones de la década pasada, que en directo no perdió ni un ápice de su halo «bigger than life».

En Blur guiris y españoles fuimos todos uno (2013)

Nunca me he considerado excesivamente fan de Blur, pero sus temazos tienen. Y después de años separados, su reencuentro era una cita ineludible, aunque su concierto supusiese un auténtico infierno en lo que se refiere a aforo. Un show histórico que a saber si vuelve a repetirse, donde hasta lo di todo con Song 2, canción que no suelo tolerar (no por mala, sino por quemada). Y ya ves, yo ahí dando botes como un inglés borracho con, por supuesto, ingleses borrachos a mi alrededor.

Crystal Castles evitó que muriera de frío (2013)

Aquel año el tiempo fue un horror, con un frío al que no estábamos acostumbrados en el festival (y que por suerte no se ha vuelto a repetir). Las temperaturas durante el tercer día me estaban dejado k.o. a varios niveles, y necesitaba, uno, emborracharme más y no notar el dolor de riñones que llevaba sufriendo desde la tarde, y dos, un directo donde pudiera bailar como una perra. Crystal Castles y My Bloody Valentine se solapaban, y aunque el shoegaze me encanta y los dos conciertos previos que había visto de los primeros me dejaron algo indiferente, finalmente me decidí por Ethan y Alice. A la tercera va la vencida, y aquí me parecieron un trallazo donde me olvidé completamente del frío y que además supuso la última gira de ambos.

Mi primer pogo con 30 tacos con Superchunk (2014)

A pesar de ser más gay que hecho de encargo, siempre he tenido cierto lado algo macarra y bestia que demuestro de vez en cuando. Eso sí, en un concierto nunca. Recién cumplidos los 30, no me imaginaba sacándolo a relucir y menos en forma de pogo. Pues sí, fue con Superchunk, guitarreros a muerte, pero con maravillosas melodías pop, donde me aventuré a darme con todos y todo. Tras salir me sentía tan eufórico y rematadamente feliz que estuve como 10 minutos sin poder parar de reírme. A partir de aquí me he unido a unos cuantos pogos, pero nunca han resultado tan memorables como aquella primera vez.

Antony es capaz de callar a todo el mundo (2015)

El neoyorquino es el tipico nombre al que ves actuando en el Auditori, pero no, se decidió que lo hiciese al aire libre. Y claro, miedito te daba pensar que su estilo pausado y orquestal pudiese verse fustigado por los murmullos de los que nunca callan. Quizás fue donde estaba situado, pero en general el silencio fue sepulcral. Y es que el directo que ofreció fue para quedarse boquiabierto. Un momento mágico tanto por él como, por una vez, por el público.

Radiohead como unión absoluta entre diferentes generaciones y tribus (2016)

He comentado que Blur fue un infierno de gente; pues Radiohead fue peor. La masa llegaba hasta el siguiente escenario y por desgracia no contaron con un volumen demasiado alto. Pero aun así también se erigió como uno de los conciertos históricos del festival. Ahí se congregaban personas de todas las edades y tribus, y la banda se marcó un setlist que básicamente repasaba lo mejor de su discografía. Así, a pesar de los «peros», pocos se olvidarán de este punto álgido de los veinte años de festival.

Escoger a John Carpenter en vez de a Tame Impala fue una de las mejores decisiones de mi vida (2017)

Aunque en estudio me gustan, en directo Tame Impala me parecen un poco muermos. Aun así me planteé darles otra oportunidad, pero cuando comprobé la excesiva afluencia de público, no dudé ni medio segundo en escapar hacia el escenario Primavera, donde actuaba John Carpenter. Una propuesta tan cinematográfica en lo musical y visual no es lo más común en un festival, pero resultó todo un acierto, y más en mi caso, que soy un cinéfilo (aunque tampoco seguidor de su filmografía). La atmósfera creada fue única y me hizo desconectar, para bien, de la parafernalia festivalera.

Ellas juegan en otra liga (2019)

Esta edición fue la conocida como la de The New Normal (qué gracia ese nombre ahora, ¿verdad?), en la que la organización se volcó en el pop femenino, donde un montón de chicas deleitaron (especialmente a gays, para qué negarlo) con maravillosos directos. En mi caso me quedo con Christine and the Queens, Janelle Monáe y FKA Twigs. Pero si tengo que escoger solo uno, el de la francesa me dejo en shock durante la hora que duró. Tanto que al terminar, y eso que aún el reloj marcaba las 9 pm del jueves, solté un contundente «después de esto ya me puedo ir a casa». Obviamente no lo hice, y menos mal, porque aún quedaba mucha tela que cortar.

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