20 años de «Hybrid Theory» de Linkin Park: cuando fuimos «darks» durante 10 minutos

Estos días se cumplen dos décadas de un disco que apareció en el límite entre el formato físico y digital. 2000, aparte del año del efecto que jamás ocurrió, fue clave para el mercado musical, para bien y para mal, dependiendo de quién te lo contase. La democratización llegó gracias a internet, pero los sellos comenzaban a notar cierto descenso en las ventas, lo que supuso el comienzo de una tendencia que continúa a día de hoy. Linkin Park sin embargo, incluso aunque conectase con el público con más potencial para optar por la descarga ilegal, reventó todas las previsiones vendiendo millones de copias de Hybrid Theory (es el álbum de rock más vendido del siglo XXI, con 30 millones de copias despachadas).

En unos días donde el nu metal estaba en auge, incluso llegando al gran público, aún faltaba ese fenómeno que realmente explotase y convirtiese al género en un referente de la cultura popular. Lo primero sucedió con la llegada de la banda californiana; lo segundo no tanto. Porque aunque Linkin Park se colase hasta en la lista de Los 40, por lo general no fue como otros booms (salvo quizás Evanescence), donde un artista sobresale y varios van a rebufo (Guetta y el EDM, por ejemplo). Y es que todo lo que sea minimamente rock no suele calar tanto como otros estilos. La excepción fueron ellos, que por aquel entonces hicieron que hasta el fan de Britney Spears tararease sus canciones y nos pusiéramos en plan malotes «darks» (pero con sentimientos a flor de piel), sin ser nosotros nada de eso.

Sí, a mí me sucedió, pero no fui el único de mi entorno, y años después lo he comentado con multitud de personas y muchos caímos en el embrujo del grupo. Su debut obviamente tuvo la culpa, y más concretamente varios singles que arrasaron en listas. One step closer abrió la veda, un número agresivo y contundente que todavía no mostraba ese lado épico y melancólico que todos conocemos, pero sí la angustia adolescente tan marca de la casa. El siguiente tema, Crawling, sí que hacía gala de esa esencia dramática de la banda tan «bigger than life» y tan de cortarse las venas. Nunca se les consideró emo, pero con ejemplos como este, poco les faltaba (quizás no lo eran más por estética que por sonido y tono).

Sin embargo, el que terminó convirtiéndose en su gran clásico fue un In the end, que incluso anuló la posibilidad de éxito de Papercut, siguiente sencillo. De nuevo un ejercicio dramático «over the top», esta vez con un mayor peso del rap, que posiblemente suponga el súmmun de la cultura nu metal (al menos la vox pópuli). A partir de aquí se convirtieron en una maquinaria imparable que disparó las ventas de su debut hasta las cifras ya mencionadas. Incluso la canción escalaba en los tops, cuando este tipo de géneros suelen tenerlo sino imposible, casi. Y si algunos todavía dudábamos del gancho de su fórmula, con ella terminamos entregándoles nuestro corazoncito y entrañas de adolescente rebelde y atormentado.

Por supuesto después la mayoría escuchamos el disco y quizás el resto de cortes no resultasen tan potentes como los singles, pero había mucho donde rascar. Points of authority, With you o A place for my head formaban parte un largo ciertamente adictivo que invitaba a reproducirlo una y otra vez. Ahora ya no somos adolescentes, y es cierto que lo valoramos desde otra perspectiva. El álbum no nos noquea como antaño, obviamente, pero sigue manteniendo parte de sus virtudes. Porque cuando ya eres un adulto amante del indie o del petardeo pop, parece que tenemos que avergonzarnos o reírnos de productos como este. A pesar de todo sigue resultando muy entretenido y, sí, puede que la nostalgia haga que lo disfrutemos más que si nos llegase de nuevas, pero aun así no puedo decir que en mi casi no me haya gustado la experiencia de revivirlo casi dos décadas después.

Los fans de la banda se contaron por millones, y como el disco realmente triunfó en 2001, en 2002 hubo un disco de remezclas y en 2003 Meteora vio la luz, muchos no se bajaron del carro durante ese periodo. Sí, quizás el titular peque de exagerado, ya que por lo general el público se mantuvo fiel un par de años. Después su éxito comenzó a diluirse, y aunque hasta la muerte de Chester Bennington han mantenido el estatus, nos hicimos mayores y muchos ya solo volvíamos a ellos de vez en cuando debido a la nostalgia. Por ello todavía recordamos con cariño Hybrid Theory, ya que sacó una faceta de nosotros que no esperábamos. Solo supuso una pequeña parte de una época confusa y frustrante, pero una parte que sin duda marcó la diferencia con el resto.

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