Primer sábado en Primavera Sound 2022: Low, Dreamcatcher, Beach House…

Acumulando cansancio comencé la tercera sesión del festival con Low. A diferencia de la gira de Low Negative, con una puesta en escena más distópica a fin con el álbum, aquí optaron por la sencillez visual, además de sonora, sin recursos electrónicos. Sin embargo, poco se echaron de menos cuando la propuesta de la banda siempre resulta tan sofisticada y eficaz a la par que personal y emocionante. Tan magnéticos resultaban que no importaba estar calcinándose al sol de la tarde. A título personal me compraron definitivamente (si es que me quedaba algo que vender) con el in crescendo de Nothing But Heart, un cuasi cierre que llegaba hasta las entrañas.

Pasar de Low al k-pop de corte metal de Dreamcatcher podría resultar un shock, pero el Primavera Sound es así. Como cualquier grupo dle estilo, todo está medido al milímetro, incluso los comentarios entre canciones, guionizados hasta la extenuación (aparecían en pantalla los subtítulos antes de que dijeran la frase). Así funciona el business del género, y nada que objetar. Es puro entretenimiento, incluso aunque conozcas poco más que un par de temas, como es mi caso. La falta de frescura y espontaneidad se compensa gracias a las fastuosas interpretaciones con hipnóticas coreografías y estribillos fácilmente coreables de hits incontestables como Save Us o Scream.

Al antiguo escenario Pitchfork le tengo auténtico pavor porque grandes bandas y artistas se han visto perjudicadas por un sonido más que discutible. Lo de Caroline Polachek no fue un drama como, por ejemplo, Sigrid en 2019, pero su estilo tan arty se merece un sonido cristalino y no un escenario que depende mucho de donde te posiciones para escuchar mejor o peor. En fin, es lo que hay, y ella supera el contexto que le toque con una presencia y una personalidad escénica única y embriagadora. Se centró en su debut, sin estrenar ningún tema nuevo (y eso que un segundo disco está en camino), con obras maestras como So Hot You’re Hurting My Feelings, Door o Tell Me When It Hurts, además de su ya consabida versión de Breathless de The Corrs. Una diosa que merece más a todos los niveles.

Alizzz se ha convertido en una estrella del pop alternativo nacional y así lo demuestra en un directo potente y eficiente. Sin embargo parece que algo de sus canciones se pierden sobre el escenario, cierta sofisticación sonora que, sí, es difícil de mantener en un concierto. Por ello parte de la trascendencia de su obra se pierde por el camino, lo que no quita que el público no se arrepienta ni una décima de segundo de estar allí (que era lo que yo temía al perderme a Diiv). Eso sí, ya que estábamos, esperaba más famoseo, como la presencia de Rigoberta Bandini, pero finalmente solo Amaia hizo acto de presencia, además de en El encuentro, en Antes de morirme.

Beach House es un grupo de corte nocturno, eso ya nadie lo pone en duda; pero quizás no tan de madrugada. Por una parte, se me hizo algo cuesta arriba su ensoñadora propuesta a aquellas horas; por otra sus preciosos temas con una sencilla pero envolvente puesta en escena no tenía «peros». O casi, porque siempre me ha parecido que en directo están un poco en piloto automático. Da igual, la belleza de su propuesta lo eclipsa todo, haciendo gala además de un equilibro perfecto en su setlist, con unas pocas canciones de su último disco y recorriendo después casi toda su discografía y sin desmerecer sus mayores éxitos. Porque serán muy suyos, pero también saben contentar a su público e incluso al más casual.

El formato live de Disclosure es desde hace un tiempo menos live y más una sesión con sus éxitos más sonados y también con sorpresas menos conocidas, pero hits en potencia. De esos tienen unos cuantos y pocas pegas se les podía poner cuando las horas y los ánimos del personal necesitaban justo algo como eso. Poco después en el mismo escenario, para no perder el ritmo, Dave P dio el pistoletazo de salida a una sesión que podía incluir cliches como Enjoy the Silence a casi desconocidas como Sofia Kourtesis, y remezclas de Radiohead o Pj Harvey entre medias. Mención especial a pinchar My Girls a cholón, cuando no es la canción más bailable del mundo. Toda una maravillosa osadía.

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