Segundo jueves en Primavera Sound 2022: Slowdive, Dua Lipa, Tyler the Creator…

Tras una semana de bastante relax al que casi no asistí a Primavera Al Ciutat (necesitaba detox y descanso, la verdad), el segundo fin de semana de Primavera Sound 2022 comenzaba para mí con Sofía Kourtesis, directo del que esperaba una sesión. Increíblemente hubo guitarra, teclado y voz, amén de pregrabados, pero ya es más que otras propuestas electrónicas similares. Tampoco es que la interpretación vocal de ella noquee, y en el cierre, La perla (una de las mejores canciones de 2021) fue un poco desastre por culpa de ello, pero el encanto de la peruana sobre el escenario eclipsaba cualquier lapsus vocal, como cuando subió a un fan al escenario y bailó y retozó con él. Y el atardecer en el escenario Dice, con la playa a un lado y esa fábrica rodeada de palmeras dignas de una fase del Sonic, eran el entorno perfecto especialmente para la más balearic sección final del concierto.

Si Sofía tiene una de las mejores canciones de 2021, Slowdive la tiene de los 2010; en concreto, Star Roving. Y fue un auténtico drama este momento. Ya el concierto a nivel sonoro no estaba muy fino cuando casi no se escuchaba la bella voz de Rachel, incluso asumiendo el estilo del grupo donde este factor es secundario. Al menos instrumentalmente compensaba, pero llegó el mentado tema y todo sonaba a golpes, desacompasado y sin la potencia sónica digna de un tornado musical que es la versión original. Por suerte no fue complicado sacarse el mal sabor de boca gracias a su propuesta expansiva digna de levitar como los pobres chavales de Stranger Things (para bien, sin violenta muerte posterior). Pero sí, he asistido a mejores y más afinados conciertos de la banda.

El concierto de Gorillaz fue un hervidero de ingleses cercanos al hooliganismo más soez e incluso violento (un amigo me comentó una agresión sexual de un borracho hacia una chica). Pero si te abstraías del ambiente, la banda ofrece un directo más que competente, emocionante e icónico por momentos, quizás algo nicho porque se alargó hasta la hora y cuarenta y en proporción no hay tanto hit en su historia. Sin embargo estaban bien intercalados con temas menos conocidos pero por lo general bien elegidos. Los llamativos visuales (que ya no explotan tanto a los personajes virtuales) y una impresionante banda (se agradece la apuesta 100% por el directo) acompañaban a un Damon Albarn un tanto gastado, pero efectivo. Mucho mejor el resto de miembros y colaboradores, que daban luz y variedad al show.

La idea de colocar los dos grandes escenarios de manera contigua es posiblemente el mayor error a nivel de organización del festival (aunque también se dice que es porque Colau les ha quitado espacio…). La gente que quería coger sitio para Dua Lipa se tenía que comer hordas de gente de Gorillaz, y los asistentes de este concierto se les hacía muy complicado salir si no querían quedarse en la inglesa. Ya me sucedió algo parecido tras Charli la semana pasada, topándome con medio festival que se dirigía a Tame Impala. Cuando estaban enfrentados quizás las salidas de esa zona se taponaban algo más (aunque no nunca viví drama alguno), pero no se generaban estos choques entre diferentes audiencias: cada público tenía su espacio y santas pascuas.

Dua Lipa fue un desfase a nivel de público. Tuve que pegarme con un montón de guiris que subían a sus amigas a hombros, tapando la visión del escenario, y por lo general se sabían las canciones de pe a pa, y las berreaban, claro, por lo que escuchar a la artista a veces era complicado. Y ya dijo ella que no estaba en sus mejores días vocalmente, y sin embargo cumplió sobradamente en este aspecto. Y sí, también en cuestión de presencia, uno de sus aspectos más criticados. Ya no estamos ante la pavisosa de hace unos año, y se entrega al 100%. Un concierto de pop de tomo y lomo, quizás un tanto automatizado (es lo que tiene el este tipo de espectáculo), pero divertido como él solo, incluso aunque casi muera aplastado. En la recta final, se liberó ligeramente de aforo y soltó la traca más dance, tanto con clásicos como Electricity como sus dos monster hits de Future Nostalgia. Y el confeti, que no falte para cerrar.

Tyler the Creator volvió el segundo fin de semana y de nuevo triunfó. Él es el único protagonista de la función, por lo que, sí, todo viene pregrabado. Tampoco es que necesite más compañía porque él se basta y se sobra con esa personalidad tan excesiva y «trastornada» como magnética. Le quieres dar un tortazo y a la vez follártelo y ahí radica su encanto. Por supuesto también ayudaba un escenario de corte natural, con una montañita que Tyler subía y bajaba constantemente y rodeada de plantas, con visuales también basados en parajes naturales que daban a cada canción un aura completamente diferente. Por ello la agresividad de los fogonazos de fuego contrastaban con la apacibilidad de la naturaleza (salvo en el clímax final, con el incendio). Entre su manera de interpretar y la puesta en escena, ciertos planos proyectados en las pantallas parecían sacados de un videoclip. Se ve pasta detrás, pero el talento inconmensurable de él también.

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