Segundo viernes en Primavera Sound 2022: Lorde, M.I.A., Britanny Howard…

Mi jornada comenzó con Britanny Howard, una dama de un género como es el soul del que, he de reconocer, no estoy muy diestro. Sin embargo hay gente que trasciende cualquier tipo de pereza o prejuicio y terminas disfrutando de su directo casi como si fuera tu artista favorita. Ella es toda una fuerza de la naturaleza y te quedas completamente hipnotizado con su luminosa energía. Resulta curioso que siendo una artista con este espíritu y discurso congregara a tanto blanquito que en el fondo nunca podremos empatizar lo que una mujer negra como ella ha podido vivir. Porque te hace participé de ello, pero no como una víctima, sino como una superviviente, e intercala sus historias personales y a su vez universales entre canción y canción, para valorar así el contexto al completa. Y muchos dirán que su tono podría acercarse al del cliché de la mujer negra cabreada, y sí, si se tiene que cagar en algo no se va a cortar un pelo; pero es de aplauso la también viveza con lo que lo hace. Y si algunos piensan que está demasiado enfadada, a ella le importa un bledo.

Luego le tocó el turno a una Lorde que, obviando el desliz de su último disco, sigue demostrando que es una artista como la copa de un pino. Y es que hasta los temas de Solar Power ganaban en directo, quizás por su fuerza escénica y también por la buena elección y distribución del setlist. Lo mejor de sus tres discos sonaron de lujo durante algo más de una hora un en recital tan pop como cercano. No es como ver un show divertido pero lejano al fin y al cabo como el de Dua Lipa, incluso aunque el de la neozelandesa también esté medido al milímetro. Quizás sea por su trascendencia generacional, pero no es un directo de usar y tirar, es de los que dejan huella. Y mención aparte a la puesta en escena, tan sencilla como eficaz y elegante, con una escalera giratoria que daba más juego de lo que se podía pensar en un principio.

M.I.A. tampoco es la artista con mejor directo, además de que se asume que estará al 100% enlatado, pero si le pillas en un día bueno, te puede alegrar la noche. Este fue el caso, especialmente en los dos primeros tercios, donde su elección de hits funcionaron como un tiro, especialmente los de su debut, acompañados de epilépsicos visuales y un cuerpo de baile a veces un poco caótico pero que al menos hacían bulto. En la última sección, cuando sacó al escenario a una docena de chicas a acompañarla en ciertos coros, los temas perdieron revoluciones y el show derivó a discursos de paz y buen rollo que cortaron, sí, el rollo. Por eso Paper Planes no fue el golpe en la mesa que pudo ser, mientras que Bad Girls sí que se erigió como el gran hit de la noche. Pero oye, que todo sea eso, que este concierto dio mil vueltas a cuando la vi hace más de diez años.

A estas alturas nadie se sorprende con Danny L Harle sobre los platos, lo que para nada supone un problema. Sus hits más destacados, con una On A Mountain (nuestra canción favorita de 2021) de cuasi cierre que sonó a gloria, temas pop más o menos actuales hiperacelerados y apitufados y también éxitos de coetáneos del hyperpop como Charli XCX o Caroline Polacheck. Por cierto, su tema con ella y Flume servía de hilo conductor de la sesión y sonó varias veces a modo de agradecido lapsus ensoñador. Sorpresa final, cuando ya creíamos cerrado el chiringuito, el inglés volvió a la palestra y se marcó un épico Flying Free, que obviamente conoce por su reciente mano a mano con Pastis & Buenri. Más arriba no se no se puede terminar una sesión y una jornada.

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