Wolf Alice en La Riviera, Madrid: eclecticismo y revival (todavía más evidente) en directo
Wolf Alice es una banda de contrastes. Son capaces de publicar un puñetazo punk ideal para pogos como una balada «bigger than life» que recuerda a Angels de Robbie Williams. Estaba acostumbrado a esta heterogeneidad, pero lo que no esperaba es que en directo se acentuase todavía más, lo que por momentos, la verdad, podía chirriar. Como por ejemplo un guitarrista y bajista que parecen sacados de una taberna irlandesa a las dos de la mañana, y una Ellie que tiene actitud de banda shoegaze de los 90, sobria y serena.
Y hablando de los 90, en directo también se notan todavía más las influencias de bandas compatriotas, especialmente de aquella década, que también acentúa esos contrastes entre estilos y tonos. No se puede decir que sobre el escenario sean una banda completamente diferente al estudio, pero cierta parte de la esencia ha mutado, a veces para bien (por ejemplo, la turbadora Giant Peach antes del bis), a veces no tanto (una The Last Man on Earth que sonaba algo fuera de lugar).
Así que, por momentos, era como asistir a dos conciertos en uno, aunque también hubo canciones donde se daban la mano ambos extremos, como sucedía en Bros, Planet Hunter o Smile, que por cierto hizo de apertura. Esto no quiere decir que fuera un concierto poco disfrutable, todo lo contrario, brillaron a los niveles que se espera de una banda como esta, pero artísticamente quizás resultaba algo deslavazado. Pero como siempre gana la parte lúdica, y ahí no hubo ningún pero (bueno, a título personal: ¿por qué nunca tocan la preciosa Heavenward, que además fue single?).
Lo curioso de todo es que ya les había visto un par de veces en Mad Cool y no noté tanto esta dicotomía. Quizás porque a veces en un festival no puedes sumergirte al mismo nivel que en una sala. Por ello, y punto a su favor, el sonido resulta más potente, redondo y sobre todo envolvente en este contexto, siendo una experiencia que sin duda deja más huella. Y a su vez, esos contrastes e influencias se vuelven más evidentes, por lo que por una parte salimos ganando y por otra ¿perdiendo? Tampoco, pero al menos sí algo descolocados.